Mientras el gobierno nacional insiste en que “la economía se está ordenando”, crecen la desocupación, la precarización laboral y el cierre de empresas. El supuesto orden fiscal se está sosteniendo sobre un ajuste que recae directamente sobre trabajadores, jubilados, estudiantes y pequeñas empresas.
Solo en los primeros meses del año, más de 300 mil personas perdieron su trabajo. La desocupación alcanzó a 1,1 millón de personas, con un impacto especialmente grave sobre jóvenes, mujeres y jefas de hogar. Lo único que crece son las changas, los trabajos en plataformas, el pluriempleo y con ellos, la precarización laboral.
Cada vez más personas pasan meses —incluso más de un año— buscando trabajo sin conseguirlo. Se consolida un desempleo de larga duración, que golpea sobre todo a quienes antes lograban sostenerse con trabajos informales o por cuenta propia.
“Estamos viendo las consecuencias de un modelo económico que no está pensado para el pueblo. Destruye empleo, vacía la industria y abandona a quienes más necesitan del Estado. Este es un modelo de expulsión social planificada”, expresó Soledad Alonso.
Mientras tanto, más de 430 mil puestos de trabajo están en riesgo por la apertura indiscriminada de importaciones. Fábricas textiles, metalúrgicas, electrónicas o del calzado ya están recortando personal o cerrando. El daño es profundo en provincias como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Tierra del Fuego, donde el empleo privado está directamente amenazado.
En este marco, las PYMES no pueden sostenerse: ofrecen descuentos del 50% o 12 cuotas, y aun así no logran vender porque la gente no tiene plata. La caída del consumo es constante. Las familias están usando la tarjeta para comprar comida, aunque después se les haga difícil pagarla y terminen endeudándose para comer.
Y lejos de acompañar con políticas públicas, la inversión social está en su punto más bajo desde 2002. El gobierno recortó programas clave como Progresar, que perdió más del 60% de su presupuesto, y desmanteló Potenciar Trabajo. También redujo drásticamente los programas que promovían el empleo registrado, dejando sin herramientas a quienes generan trabajo genuino.
“No hay proyecto de país viable con este modelo. Le tenemos que poner un freno en las elecciones de septiembre y en las del 26 de octubre. Un freno al ajuste, la desigualdad, la desidia y a la deshumanización que trajo el Gobierno de Milei”, concluyó Alonso.